Bajar la calefacción un grado puede reducir un 6 % las compras del gas ruso

2022-06-25 09:35:51 By : Ms. Jolin Zhang

La guerra en Ucrania, además de miles de muertos y refugiados, puede provocar en Europa una auténtica crisis energética si Putin cierra el grifo del gas. El 40% del gas natural que se consume en el viejo continente proviene de Rusia, y en algunos países, como Alemania, la dependencia es aún mayor.

Desde el comienzo de la invasión rusa, los precios de esta materia prima se han disparado y amenazan con aumentar la factura de millones de ciudadanos europeos que dependen del gas para la calefacción y la electricidad.

"La primera cosa que tenemos que hacer es cortar el cordón umbilical que une nuestra economía con la rusa", ha dicho Borrell este miércoles ante el Parlamento Europeo. Y en ello están centrando todos los esfuerzos. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) acaba de elaborar un plan para que los países comunitarios puedan reducir la dependencia energética de Rusia en un 35% en el plazo de un año. Han calculado que de los 155.000 millones de metros cúbicos de gas natural que la UE importó el año pasado de Rusia se podrían recortar más de 50.000 millones.

La mayoría de las medidas que integran este plan son macroeconómicas o técnicas, pero hay una que está al alcance de todos los ciudadanos: bajar el termostato de la calefacción. Si todos los hogares bajan 1 ºC el termostato, en un año Europa ahorrará 10.000 millones de metros cúbicos de gas natural. Por cada grado que se baja la calefacción en casa se le compra a Rusia un 6% menos de gas.

"Corten el gas en sus casas, bajen la calefacción", ha pedido Borrell en la cámara europea. Aunque horas más tarde, este miércoles por la noche Borrell ha aclarado que su petición de bajar la calefacción no va dirigida a España porque no recibe gas ruso. "Bajen la temperatura si pueden", ha rogado también Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea.

Pero ¿a qué temperatura habría que poner el termostato para contribuir al esfuerzo de guerra? "Creo que el mensaje de bajar 1ºC tiene más de pedagógico que de técnico", señala José Carlos Romero Mora, coordinador de la cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas. Preguntado por lo mismo, Jorge Morales de Labra, experto en regulación eléctrica, considera que el grado "no es suficiente" para hacer daño a Rusia, aunque ayuda.

"Si de verdad nos lo que queremos tomar en serio, habría de bajarse al mínimo", añade Romero Mora. ¿Y cuál es esa temperatura?

El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) recomienda, siempre que sea posible, ajustar el termostato a 20-21ºC. Asimismo, aboga por utilizar ropa de abrigo para estar en casa, ajustar el encendido al horario real de ocupación de las viviendas y correr las cortinas para evitar el frío que proviene de los cristales.

Por la noche es mejor "apagarla", ya que cuando se está acostado y arropado no es necesaria la calefacción. "Se podría dejar encendida por la noche con el termostato a 15-17ºC si la casa está muy mal aislada y pierde mucho calor por la noche", aconsejan. Pero como norma, insisten en que lo adecuado es pausarla y encenderla al levantarse. "Una medida mucho mas eficiente que dejarla encendida toda la noche".

"Por cada grado en que se incrementa la temperatura de un edificio o vivienda, el consumo energético aumenta en un 7%, al igual que el gasto en calefacción y las emisiones de CO2", explican en su página web.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció en una guía que la temperatura mínima de confort en un hogar en invierno es 18º. Por debajo de eso, pueden aparecer problemas de salud, sobre todo si la situación se prolonga en el tiempo. "Si en el hogar hay menores, ancianos o enfermos, esta temperatura habría de subirse a los 20ºC", explica Romero Mora.

El experto recuerda, precisamente, que "hay muchas familias en España (en torno a un 10%) que llevan bajando 'ese grado' y muchos más, mucho tiempo". "Me refiero a las familias que sufren pobreza energética", reivindica. Ya el pasado octubre la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) cifraba que la factura anual de calefacción de gas natural, en un hogar medio, tendría un sobrecoste de 189 euros. Y desde entonces, los precios han continuado subiendo.

Pues aún se pueden hacer varias cosas según los expertos para reducir nuestro consumo de gas. "Se puede trabajar en la mejora del aislamiento y los emisores", comenta. Una forma sencilla de frenar la fuga de calor es poner burletes (tiras de sellado) en puertas y ventanas. Otra es asegurarse que los radiadores estén purgados y que no estén tapados.

Incluso en otros ámbitos. "La dependencia de Rusia no es solamente con el gas. También lo es con el petróleo. Hay una cosa que podemos hacer todos: caminar más y utilizar menos el coche", ejemplifica. "Cuando menos agresivos somos al volante, también menos combustible gastamos. Puedes reducir hasta la mitad el consumo de gasolina", añade.

Morales de Labra también recuerda que estos gestos ayudan a reducir la factura doméstica, especialmente con los altos precios de los últimos meses. "Aunque solo sea por una cuestión de ahorrar, es importante", comenta.

En el caso de las empresas, que suponen el grueso del consumo energético, por desgracia es más difícil hacer este tipo de ajustes. "Los procesos de cambio no son de un día para otro y buscar alternativas al gas no es fácil", apunta.

De hecho, ante el precio desbocado del gas, la luz y los combustibles, ya hay empresas que están anunciado parones y recortes. Es el caso de la planta de Arcelor Mittal en Olaberria (Guipúzcoa) o de Acerinox en Los Barrios (Cádiz). No como una forma de boicot a Rusia, sino por pura necesidad.

¿Y que pasa si la situación se alarga y la economía rusa resiste? ¿Habrá que restringir el consumo, doméstico o industrial, por decreto? "Confío en que no haga falta llegar a eso. Por eso hago un llamamiento a la responsabilidad individual antes de plantear esa necesidad", dice Morales de Labra.

Pero no solo hay que pensar en el impacto de la guerra a corto plazo. Morales de Labra aboga por desligar el gas del precio de la luz, una propuesta que ya han hecho varios países a la UE. Solo el 32 % de la energía generada en España en lo que va de mes depende de combustibles fósiles. Pero no ha impedido que la media del mercado mayorista haya alcanzado 378 euros el megavatio hora (MWh), marcada por el desorbitado precio del gas natural.

"La gran estrategia es dejar de consumir productos petroleros y apostar por las renovables", señala el experto. "Sabemos desde hace años que un sistema energético 100% de renovables es posible técnicamente y más barato", recalca.

"Lo que también nos ha enseñado esta crisis, a palos, es que hay que planear muy bien la transición. No podemos dejar ahora de invertir en otras fuentes. La gente tiene que utilizar el coche, encender la calefacción. No pueden pagar facturas de 1.000 euros", comenta. "Aunque cada vez consumamos menos energías fósiles, vamos a tener que seguir haciéndolo durante unas decenas de años", recuerda.