Última hora del comité federal del PSOE convocado por Pedro SánchezLos deseos de verano carecen de solemnidad y rigor científico.Tampoco es lo mismo hacerse novia en enero que agosto: la gente intuye que las intenciones son ligeras.Yo, para este verano, deseo que Barcelona se llene de guiris, incluso en mi barrio, de clase media venida a más –a más años– y en obras porque nos están construyendo una rambla peatonal.Nada, cosa de un año y medio...Los guiris en Barcelona dan vida y llenan el bolsillo de gente que sin guiris deberían ejercer la investigación, la ornitología o la cátedra, tal y como desean los que ven un turista y se quejan, como si Barcelona pudiera ser el Silicon Valley del Mediterráneo, en caso de proponérselo.Y hago extensivo el deseo en toda Catalunya –y la costa de Murcia, si el lector es de Mazarrón– porque después de dos veranos de miserias, les toca trabajar mucho y a gusto aunque después nos quejaremos –yo el primero– de que el servicio empeora y los precios también.Los guiris aman más a Barcelona que Barcelona a los guiris.A mí me pasa lo mismo con Laura Dern: no me llama ni me deja mensajes y eso que la nombro más que Vanity Fair .¡Las cosas del amor!A la espera de parques tecnológicos, es de agradecer que los restaurantes, La Manual Alpargatera y el Museo del Barça se llenen de turistas no sea que viéramos a Laporta mendigando – “tengo hambre!”–, aunque gasten en cierta Barcelona y no otra.A los guiris les gustan las cosas típicas y visitan poco la Guineueta –en esto se parecen a los barceloneses– y así no hay forma de regular el turismo como desearían nuestras autoridades, que creen más en la regulación que en la vida eterna y aspiran a diversificar la oferta, al igual que yo aspiro cada agosto a surcar los mares en el yate de una luxemburguesa, aunque sea de alquiler (el yate).Bares, restaurantes y el Museo de Carrozas Fúnebres –que sólo abre en fin de semana– merecen un verano de vacas gordas y menos quejas de ciudadanos que se van en agosto al apartamento de un pueblo de la costa, donde les ponen motes burlones, quizás porque les privaron de oficios tan bonitos como la pesca.Y tan esclavos...© La Vanguardia Ediciones, SLU Todos los derechos reservados.